Un viaje inesperado: mi experiencia en el Cuerpo Europeo de Solidaridad

Ha llegado el momento de decir adiós a Majadahonda y al Centro Juvenil Príncipe de Asturias, donde he pasado los últimos meses como voluntaria del Cuerpo Europeo de Solidaridad (CES). Mirando atrás, es asombroso cómo una decisión tomada casi por casualidad ha transformado mi vida de maneras que nunca imaginé. Llegar a Madrid fue todo un desafío. El contraste con mi isla natal era enorme: el acento, los
edificios de ladrillo visto, el metro, y sobre todo, el clima y el ritmo acelerado de la ciudad. Me preguntaba constantemente: "¿Por qué siempre tienen tanta prisa aquí?". Sin embargo, poco a poco, Majadahonda, Madrid y su gente comenzaron a sentirse de lo más familiar. Mi trabajo en el Centro Juvenil ha sido una experiencia enriquecedora. Me he dedicado, entre otras muchas cosas, a la organización y coordinación de talleres y actividades para los centros educativos, he colaborado con la oficina de movilidad (OPIM), he participado en proyectos como Technovation (¡¡¡ARRIBAAAA πÑA TEAM!!!), y he participado en charlas informativas sobre el CES. Cada día traía nuevos desafíos y aprendizajes, permitiéndome ponerme a prueba constantemente .

Esta experiencia me ha enseñado mucho más de lo que esperaba. He aprendido a adaptarme a nuevas situaciones, a trabajar en equipo con personas de diferentes culturas, y a enfrentar desafíos profesionales que antes me parecían intimidantes (incluido el desafío de dar mi opinión ante una sala llena de personas adultas que saben mucho más que yo en cualquier tema laboral). He descubierto habilidades que no sabía que tenía y he ganado una confianza en mí misma que será invaluable en mi futuro profesional.

El CES es mucho más que un programa de voluntariado. Es una oportunidad para los jóvenes europeos de expandir sus horizontes, crecer personal y profesionalmente, y crear lazos más allá de las fronteras. Recomiendo encarecidamente a otros jóvenes que se animen a vivir esta experiencia. Puede que al principio parezca desafiante, pero los beneficios son incalculables.

Quiero aprovechar estas últimas líneas para agradecer a todo el equipo de Juventud de Majadahonda por su hospitalidad y apoyo. También a mis compañeros voluntarios, que se han convertido en una segunda familia. Esta experiencia quedará grabada en mi corazón para siempre, y sé que las lecciones aprendidas y la amistad forjada me acompañarán en todas mis futuras aventuras.

Aunque dejo Majadahonda con una mezcla de nostalgia y emoción por lo que viene, me voy con la certeza de que esta experiencia ha sido un punto de inflexión en mi vida. El CES me ha dado la oportunidad de crecer, de desafiarme a mí misma y de descubrir un mundo de posibilidades. Y como decimos en Canarias, me llevo conmigo "fleje de cosas" que contar y recordar.